Con este claro ejemplo se puede ver cómo la tecnología RFID ha ido evolucionado estos últimos años, siendo la mejor respuesta para problemas de identificación y supervisión de procesos tanto logísticos como operativos. Además, los entornos por los que se rodea el vehículo en sí son exigentes. Durante el proceso de fabricación, están expuestos a fuertes influencias externas, tales como altas temperaturas o productos químicos y el identificador debe soportar todos estos cambios sin sufrir daños. Estas etiquetas pasivas pueden soportar grandes cargas y son fáciles de fijar en la carrocería, al final son etiquetas que no superan el tamaño de una tarjeta de visita.
Habitualmente se tiene la idea de que la automatización nos quita el control o el seguimiento de los procesos, sin embargo, es la tecnología y la automatización a través de esta la que aporta valor a los procesos productivos, convirtiéndolos en más eficientes y rápidos y eliminando errores.