El RFID, capaz de leer y escribir a distancia la gran cantidad la información contenida en las llamadas tags RFID, cada vez tiene aplicaciones más variadas y amplias.
Como ya hemos comentado en otros artículos del blog, la tecnología como tal existe desde hace mucho tiempo, habiendo tenido un desarrollo exponencial, en cuanto a funcionalidades ofrecidas y reducción de costes en los últimos años. Es precisamente esto la que nos va a permitir aplicar RFID al ámbito de la gestión documental.
Los usos hacia los que se orientó RFID desde sus inicios fue a la sustitución del código de barras, sobre el que tiene una serie de ventajas notables.
Sin embargo, se han encontrado aplicaciones de RFID en múltiples sectores y de formas inimaginables en un principio: seguridad, gestión personal, logística, trazabilidad de productos, gestión de archivos...
Así, la utilización de RFID aplicada a la gestión documental nos va a permitir integrar la documentación en papel, u otros soportes físicos, dentro de la gestión y control de documentos implantada en una organización.
En la evolución hacia la Administración electrónica esta integración representa un punto de conexión que nos va a permitir recorrer de manera segura el camino, permitiendo una integración de la multitud de documentación en papel aún generada.