La tecnología RFID (Radio Frequency IDentification) utiliza ondas de radiofrecuencia para almacenar y recuperar datos de forma automática a través de etiquetas RFID. Permite realizar lecturas simultáneas de varios productos, agilizando procesos donde es implantada dicha tecnología, que puede ser desde pequeñas tiendas de venta al por menor a grandes almacenes con abundante mercancía.

Para llevar a cabo esta tecnología se han desarrollado dispositivos que se pueden clasificar en emisores y receptores. Estos últimos se encargan de detectar la señal que emiten los primeros. Los emisores pueden ser de dos tipos: pasivos o activos, cuya diferencia radica en si cuentan con una fuente de alimentación o no.

El etiquetado pasivo tiene un alcance limitado, sobre unos 5 metros. Sin embargo, en el caso de las que llevan alimentación propia, el alcance puede ser 100 veces mayor. A mayores se debe tener en cuenta que este último tiene un coste mucho mayor que el etiquetado pasivo.

1. Identificación sin contacto directo con el lector, ya que la información es transmitida mediante ondas de radiofrecuencia.

2. Lectura a través de materiales: cartón, plásticos, madera, etc.

3. Permite tanto grabar como leer datos en la memoria del tag.

4. Identificación de productos de forma inmediata y precisa.

5. Identificación simultánea de muchas etiquetas.

6. Resistente a agentes externos (Temperaturas, humedad, polvo, etc.).

7. Forma y tamaño adaptables a las necesidades de cada producto.

8. Ofrece mayor seguridad gracias a la protección de datos.

9. Bajo coste de las etiquetas, cuyo proceso de pegado en el producto puede ser fácilmente integrado en cualquier proceso productivo.

Para concluir, destacar los beneficios que esta tecnología puede ofrecer a todos los sectores empresariales. Es aplicable a sectores tan dispares como pueden ser el de automoción, construcción o retail.